En un artículo escrito especialmente para nuestro blog, la profesora Carolina Carman reflexiona acerca de las ricas y variadas relaciones de la Revolución de Mayo con la identidad nacional, desde las que nos fueron transmitidas como formalidad en la escuela, hasta las planteadas por los últimos historiadores y que exigen un examen más detallado.
Una reflexión sobre la Revolución de Mayo a las puertas del Bicentenario
Como todos los años, la cercanía de un aniversario más de la Revolución de Mayo es motivo de múltiples actos, festejos y crónicas periodísticas. Sin embargo, en este caso, adquiere una particular relevancia debido a la proximidad del Bicentenario, fecha en que el nuevo aniversario será seguramente celebrado con mucho más despliegue que el habitual. Tal vez entonces sea ésta una ocasión propicia para preguntarnos qué ocurrió en mayo de 1810 y qué significa para nosotros, los argentinos, el aniversario número 200 de la Revolución.
Como todos los años, la cercanía de un aniversario más de la Revolución de Mayo es motivo de múltiples actos, festejos y crónicas periodísticas. Sin embargo, en este caso, adquiere una particular relevancia debido a la proximidad del Bicentenario, fecha en que el nuevo aniversario será seguramente celebrado con mucho más despliegue que el habitual. Tal vez entonces sea ésta una ocasión propicia para preguntarnos qué ocurrió en mayo de 1810 y qué significa para nosotros, los argentinos, el aniversario número 200 de la Revolución.
Estas preguntas nos impelen a su vez a reflexionar acerca de una idea muy arraigada en nuestra sociedad –como suele ocurrir con todas o casi todas las ideas que nos son transmitidas ya desde la escuela primaria–, a saber, que el 25 de mayo de 1810 se produjo una revolución que logró liberar del yugo español a una nación argentina preexistente en el período colonial, es decir, la idea de la Revolución de Mayo como fecha de nacimiento de la patria y de nuestra nacionalidad. Ello se refleja en frases tales como “en 1806 y 1807 expulsamos a los ingleses”, o “en 1810 nos liberamos de España” que, dichas o pensadas, de este u otro modo, forman parte de nuestro imaginario colectivo como nación. Este fenómeno, por otra parte, tiene también su explicación. La postulación de Mayo como origen de la nacionalidad argentina fue una herramienta política e identitaria, desarrollada al calor del proceso de formación del Estado nacional argentino durante la segunda mitad del siglo XIX. Cabe asimismo señalar que la construcción de una genealogía política o la postulación de un episodio en particular como origen de una nacionalidad no es un fenómeno particular de nuestro país. Por el contrario, se trata de un aspecto común a los Estados nacionales en formación, que requieren de elementos capaces de aglutinar y otorgar identidad histórica al conjunto social y político al que pretenden englobar. Por otra parte, esta idea de la Revolución de Mayo como punto de partida de la nacionalidad argentina ha sido muy exitosa, a juzgar por su perduración, aunque con matices y bajo diferentes enfoques, a lo largo de nuestra historia.
Sin embargo, en las últimas décadas los historiadores han desarrollado renovadas interpretaciones sobre los movimientos emancipatorios del siglo XIX, no solamente el del Río de la Plata sino también de los que tuvieron lugar en el resto de las colonias hispanoamericanas. A la luz de estos aportes señalaremos algunas cuestiones que nos permitirán acercarnos, desde otra mirada, a la comprensión de lo ocurrido en mayo de 1810.
En primer lugar es necesario señalar que la Revolución obedeció a un conjunto de factores diversos. Por una parte, la creciente gravitación económica de Inglaterra en las colonias americanas a lo largo del siglo XVIII, ante una España cada vez más debilitada e incapaz de contener la presencia comercial británica en sus posesiones ultramarinas. Por otra parte, las tensiones entre criollos y españoles peninsulares en la sociedad colonial. Los conflictos entre ambos grupos se acrecentaron a partir de la segunda mitad del siglo XVIII como consecuencia de las Reformas Borbónicas, un conjunto de medidas implementadas por la Corona española que con el objetivo de aumentar la presencia efectiva de la monarquía en sus colonias, acentuaron la desigualdad ya existente entre criollos y peninsulares, tanto en el acceso al ejercicio de cargos públicos como en las actividades económicas. Esta situación aumentó los motivos de descontento de los “hijos del país” contra las elites peninsulares en todos los territorios americanos. En el caso del Río de la Plata también desempeñó un papel insoslayable la actuación de los grupos criollos durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807. Por medio de su participación protagónica en la defensa de la ciudad atacada por los británicos, los grupos criollos adquirieron una gravitación militar y política inexistente hasta entonces, y que habría de desempeñar un papel fundamental a partir del proceso revolucionario. Pero el factor decisivo que precipitó el comienzo de Revolución fue sin lugar a dudas la crisis del imperio español, desencadenada en 1808 como consecuencia de la invasión napoleónica a la península ibérica y la consecuente coronación de José Bonaparte como rey de España. Fue esta coyuntura la que dio inicio a los movimientos revolucionarios, a través de los cuales se canalizaron todos los elementos de tensión y malestar existentes en los grupos criollos. La Revolución, por esto mismo, no fue un acontecimiento aislado, ya que se produjeron casi simultáneamente movimientos emancipatorios en las diferentes regiones americanas del vasto imperio español, como consecuencia de la crisis de la corona.
Y esto nos remite a un aspecto muy importante de las revoluciones de independencia, vinculado además con nuestra pregunta inicial acerca del vínculo entre Revolución de Mayo e identidad nacional argentina. Me refiero a que, para muchos de sus protagonistas, las revoluciones tuvieron un carácter americanista, ya que fue la independencia del conjunto de Hispanoamérica, y no de una región en particular, lo que se puso en juego a partir de la crisis del imperio español. Así lo fue, emblemáticamente, para Simón Bolívar, pero también para José de San Martín, quien luego de su llegada a Buenos Aires en 1812 luchó por la liberación política del Río de la Plata, de Chile y del Perú, precisamente porque otorgaba a la emancipación de las colonias un carácter eminentemente americano. Pero al mismo tiempo, al calor de los sucesos políticos, de la guerra y de las disputas sobre la soberanía y las formas de organización, surgieron otras formas de identidad, de carácter regional y local, que convivieron, muchas veces en forma conflictiva, con el ideal de la identidad americana. De manera que la Revolución cobró, para sus protagonistas, diversos significados, constituyéndose en punto de partida de diferentes proyectos.
Solamente con el transcurso del tiempo y de los sucesos históricos, en una parte del inmenso territorio que había formado parte del Virreinato del Río de la Plata, se afianzó una identidad política nacional argentina que contribuyó decisivamente a la formación de un Estado nacional. En 1853 ese Estado se dio una Constitución y acabó de unificarse como tal, luego de nuevas disputas, en 1862. De modo que la Revolución de Mayo no fue un punto de llegada de las aspiraciones pretendidamente nacionales de los criollos rioplatenses de comienzos del siglo XIX, sino más bien un punto de partida de un proceso mucho más largo, costoso y complejo. Es en este último sentido –como punto de partida del surgimiento de una nueva identidad política de carácter nacional y no como cristalización de una nación esbozada de antemano–, que la Revolución de Mayo constituye un fenómeno histórico primordial para la historia argentina. Celebremos entonces su amplio legado –propongo destacar en particular la voluntad de construcción de un orden político republicano, que fue el anhelo de muchos de sus protagonistas–, concientes de que la nación argentina fue fruto de un complejo proceso en el que se dirimieron diversas alternativas, y no la cristalización de un fenómeno ya anunciado en los albores del proceso emancipatorio.
Prof. Carolina Carman
Museo Histórico Nacional
Mayo de 2009
Prof. Carolina Carman
Museo Histórico Nacional
Mayo de 2009
(El uso de las letras marcadas en negrita fue del blog y no de la autora).
QUISIERA CONECTARME CON LA AUTORA. HE LEÍDO UN ARTÍCULO SUYO SOBRE CASTRO BARROS Y AGÜERO POR INTERNET Y NO TENGO DATOS PARA CITAR CORRECTAMENTE.
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS
ROSALÌA BALTAR
uNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA