En la enciclopedia virtual Wikipedia colgaron la definición de Biblioteca Popular y su desarrollo en el Uruguay. Nos dio que pensar. Las bibliotecas populares son un invento argentino, entre tantos inventos que nos acarician el ego nunca se nombra a éste. Las creó el loco Sarmiento, si bien inspiradas en las bibliotecas públicas de los países anglosajones, tienen características propias que vale la pena recordar. La escritora Susana Fiorito – esposa del también escritor Andrés Rivera- hizo una apasionada defensa de las Bibliotecas Populares ante el posible cierre de la Biblioteca Popular Bella Vista de la Provincia de Córdoba, más allá del conflicto puntual el texto es imperdible:
"La Argentina es el único país del mundo en que, además de Bibliotecas Públicas, existen las Bibliotecas Populares. Las creó el Presidente Sarmiento, en 1890, por una ley que establecía que “las Populares” debían constituirse como producto de la asociación de personas que unieran sus esfuerzos para posibilitar el acceso universal (de pobres y ricos, de chicos y grandes, de nativos y extranjeros) al conocimiento de las letras, las ciencias y las artes.
Millones de argentinos y extranjeros –la década de 1890 y las siguientes vieron la explosión inmigratoria- pudieron acceder a la cultura escrita, cumplir con la educación obligatoria, seguir estudios formales, acceder a mundos lejanos, zambullirse en el placer de las fantasías literarias, gozar de la poesía, gracias a la existencia de esas Bibliotecas, creadas, organizadas y funcionando gracias a la dedicación voluntaria de ciudadanos y ciudadanas que aportaban una pequeña cuota mensual para que todos (aún los que no aportaban), pudieran leer.
Las Bibliotecas Populares han sobrevivido a todos los avatares del ¿desarrollo? capitalista en la Argentina, al fraude conservador, a las dictaduras, al populismo, a los mecanismos clientelísticos de la democracia burguesa. Sobrevivieron a las quemas de libros, a la inundación de best-sellers, al marketing. Actualmente –y cada vez más- reemplazan a las escuelas en las funciones que éstas no pueden cumplir porque tienen que dar de comer, constituirse en espacio para la vacunación y la revisación odontológica, ocuparse de las cabezas parasitadas y del maltrato doméstico. En las Populares los chicos y las chicas aprenden las lecciones –ya las editoriales no regalan un libro a cada maestra de grado-, hacen los deberes, leen los cuentos que antes oían de boca de sus padres y madres, de sus abuelos y abuelas.
Estos refugios de la cultura, estas instituciones comunitarias (todo lo comunitario que puede ser una institución en el seno de una sociedad capitalista cuyo eje es la propiedad privada de los medios de producción), están amenazadas por la ola privatizadora. Ya se privatizaron los servicios públicos, las fuentes de energía, las minas de oro y plata. ¿Los depósitos acuíferos y los glaciares cordilleranos son la próxima presa?...
Y ahora estamos en peligro los lectores: en peligro de que nos privaticen la lectura pública…
¿Qué proponen ahora a las Bibliotecas Populares?: que deben pagar un canon -¿a la editorial o a las Asociaciones o Cámaras de Editores?- por cada libro que prestan. Los dueños de los copyrights, que no son precisamente los autores, sino los editores, consideran que los derechos de autor –cobrados ya cuando la Biblioteca compra el libro- deben ser pagados por ella cada vez que el libro se lee. Cien veces, si se presta a 100 lectores. ¿Coherente, no es cierto? Coherente con un proceso que comenzó con la privatización de los servicios públicos – una flagrante contradicción- y que apunta a la apropiación privada de la cultura.
Las Bibliotecas Populares fueron y son una herramienta para la apropiación universal de la cultura. Ahora les toca enfrentar las corrientes de la monopolización del conocimiento; la ola de las privatizaciones pretende acaparar también el saber, los saberes. Usemos esas herramientas que tienen más de un siglo de vida fecunda: no se trata sólo de defender lo que existe, también hay que avanzar, difundiendo el hambre de lectura, las ganas de saber".
© 2007 Susana Fiorito Fundación Pedro Milesi y Biblioteca Popular de Bella Vista - Córdoba – Argentina. Publicado en el libro «MABI: Monopolios Artificiales sobre Bienes Intangibles».
Sitios relacionados:
-Historia de las Bibliotecas Populares en Uruguay, en la Wikipedia (bueno, esperamos la historia en Argentina):
http://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_popular
-Muy buen artículo ahora sí sobre las bibliotecas argentinas, con opiniones de Sarmiento: www.fundacioncultural.org/revista/nota1_06.html
Aquí tenemos un prueba más de la antiguedad de la primera biblioteca del Partido de Cañuelas, la "Franklin", de que la nuestra es prolongación. Luego de la epidemia de fiebre amarilla de 1871 se "anuncia con satisfacción la existencia de doce bibliotecas populares en todo el país, distribuidas así: tres en la campaña de Buenos Aires, en los pueblos de Chivilcoy, Cañuelas y Exaltación de la Cruz, una en la ciudad, a cargo de la Sociedad Tipográfica Bonaerense y una en cada una de las ciudades de San Juan, Tucumán, Mendoza, Salta, Córdoba, Santiago del Estero, San Luis y Catamarca". Nuestra "Franklin" estaría entre las doce precursoras. No es poco, teniendo en cuenta que hoy superan en número las dos mil.
-Definición de Biblioteca Popular por CONABIP:
www.conabip.gov.ar/contenidos/institucional/que-es-una-bp.asp
-Cronología de la historia de las Bibliotecas Populares en Argentina y Presidentes:
www.conabip.gov.ar/contenidos/institucional/cronologia.htm
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