jueves, 8 de enero de 2009

La Zamba por Carlos Vega


"Danza de la pasión y del afán –intimidad en plástica-; ocasión de proclamar la prístina voluntad de amor, para los hombres; compensación de la tendencia refrenada, ejercicio de coquetería y ensayo de asentimiento, para las mujeres; argumento pantomímico que sintetiza las angustias de la conquista sinuosa y en que las cosas de la soledad se dicen en la alta voz rítmica del cuerpo; preámbulo sin desenlace real; oculto sentido universal y eterno franqueándose en ambiente de tolerancia o beneplácito, la Zamacueca fue negada y loada, escarnecida y aclamada, rechazada y elegida, adorada y maldita".

"La Zamacueca", Carlos Vega en Las danzas populares argentinas


En Las danzas populares argentinas (1952) del musicólogo Carlos Vega se pueden encontrar casi 150 (!) páginas dedicadas a la por nosotros llamada Zamba, de diferentes denominaciones, depende la época y el lugar, Zamacueca, Cueca, Chilena o Marinera.

La antigua Zamba –perdida, como veremos, y que nos legó el nombre- se inscribe a decir de Vega en las siguientes grillas de clasificación, que comparte con la Chacarera, el Gato, el Escondido, entre otras:

-Danzas de pareja suelta (hombre y mujer bailan sueltos).
-De pareja suelta independiente (la pareja realiza sus evoluciones sin relación con las otras parejas)-Picarescas y apicaradas (ágiles y airosas, en tiempos vivos, generalmente con pañuelos, castañetas y zapateos.)

Luego, usualmente, el autor divide el estudio en: Clasificación, Origen, Historia, Coreografía y Música. La Zamacueca o Zamba, especialmente, también tiene división por zonas geográficas.

En el despliegue documental Carlos Vega no tiene rivales, en la Argentina, y probablemente en toda Sudamérica.

Transcribimos a continuación una (apretadísima) selección de las páginas dedicadas a la llamada Zamacueca, dentro de lo que somos capaces de entender y mostrar en el blog, pues el libro incluye gráficos, notaciones musicales y gran cantidad de láminas.

Si en las conclusiones de este maestro del folklore americano notamos un “rigor exasperado” como él mismo decía, no es –contestan sus palabras- por “influjo de clase” u “orgullo de habitante urbano”, sino por el “completo desorden anterior” que hubo de afrontar en la naciente ciencia.


ORIGEN. La Zamacueca nació en Lima; pero nació como acostumbran a nacer las danzas. De ningún modo se puede admitir que, un día cualquiera, alguien crea un orden melódico capaz de producir diez, cien, mil Zamacuecas diferentes. ( ) Se trataba de una fórmula tradicional en pleno uso. Nadie puede creer que en una tarde se elabora un orden armónico, esto es, que alguien inventa la misma armonía que costó a la Edad Media varios siglos .

Más adelante, profundiza irónicamente.

¿Se habrá “inventado” esa vez la pareja, es decir, un hombre y una mujer como protagonistas de la danza, sueltos, colocados frente a frente? Mil años antes bailaban así en los castillos, en las ciudades y en los campos europeos. (p.117)

Entonces ¿qué es lo que surgió en Lima en 1824?, pregunta Vega. Existen “climas propicios para la exaltación de una danza” y Perú estaba “viviendo las horas más intensas de su vida cívica”: “en 1821 ha entrado el General San Martín en Lima y el pueblo se siente libre; en 1823, los españoles retoman la capital y se retiran cuatro semanas después; caen los castillos del Callao en 1824 y vuelven los realistas a Lima; llega Bolivar…”, anota. Algo similar ocurre en la Argentina de 1810 con El Cielito. Vemos en estos dos ejemplos, el poder de los elementos criollos y sudamericanos en la (re) creación de las danzas, cuanto contradice el prejuicio de tomar a Vega como investigador de razones eurocéntricas.

Por cierto, el autor ya daba cuenta de la americanidad de la Zamacueca en la enérgica introducción: “El liberalismo europeo introduce los elementos coreográficos precursores y, cuando caen los últimos baluartes coloniales, la nueva danza, recreación americana, emerge y estalla y vuela, grávida y ágil; y es porque los hombres identificaron la independencia política de la tierra natal con la liberación pasional ínsita en el coreodrama desenfrenado y público”. (p.12)

En cuanto a la Zamacueca en Argentina, transcribimos.

“La primitiva Zamba llegó a la Argentina unos diez años antes que la Zamacueca, es decir, hacia 1815 ó 1820. Poco sabemos sobre su coreografía. La danza que hoy se nombra así en nuestras provincias no es la antigua Zamba sino la Zamacueca. Ignoramos también cómo el nombre de la anterior subsistió aplicado a la posterior triunfante.

La verdadera Zamba, procedente del Perú, se difundió por Chile y por la Argentina. En Chile, la Zamacueca absorvió coreográficamente a la Zamba e hizo desaparecer su viejo nombre; en la Argentina la absorvió también, pero he aquí que el antiguo rótulo, lejos de perderse, se conservó al lado del de Zamacueca para designar la nueva variante coreográfica. Esto es lo concreto, simple hecho de observación.

No puede dudarse de que cuando en la Argentina alguien dice Zamba se está refiriendo a la Zamacueca o Cueca. Hablo, es claro, del ambiente folklórico; porque aquí, en Buenos Aires, cualquiera llama de cualquier modo a cualquier cosa”.
(p.15)

Después leemos la situación geográfica de los nombres en Argentina (luego en Sudamérica y en la sorprendente invasión a España y EEUU) y sus yuxtaposiciones; depende la zona se puede llamar Chilena, Zamacueca, Cueca o Zamba. Junto a la recopilación de anécdotas en localidades del interior, donde los presentes, luego de bailar una cueca, bromean: “bueno, ahora toquen una zamba”. Para el autor, desde sus seiscientas melodías recogidas, no caben dudas: el origen es uno solo; los provincianos lo saben y no les interesa, y los tradicionalistas porteños no saben y no les interesa.

Las primeras anotaciones de valor en Chile y Argentina sobre la Zamacueca, las hace -según Vega y cuándo no- Domingo Faustino Sarmiento, “Sarmiento hablaba con conocimiento de causa, no era un eremita”, comenta el musicólogo sobre uno de los pasajes referenciales del sanjuanino.

Por suerte, en los textos de Vega, entre tanto devaneo documental, aquí o allá, siempre aparecen grietas de verdadera literatura:

“Una tarde cualquiera, rodando el monótono vivir, se encuentran y enfrentan un hombre y una mujer. Le gusta al hombre la dama, y obediente al eterno impulso, inicia la conquista. Ella tiene sus reservas, y las expresa; él insiste, y persevera en demostrarle la hondura de su sentir; gradualmente va deponiendo la mujer sus prevenciones, y al cabo de dramática alternancia de negaciones y promesas, ella, alcanzada por la pasión del enamorado, da su consentimiento, y triunfa la vida. Tal es el sencillo, el enorme argumento”. (p.132)


-Libro fuente: Las danzas populares argentinas, Carlos Vega, Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”, edición facsimilar de 1986 (tomada del original de 1952), tomo II. Ambos tomos (I y II), se pueden consultar en nuestra Biblioteca.
Imagen arriba, de la fuente citada, “Una señora de 2º Rango baylando la Samba cueca” Perú, hacia 1845 (Lámina XIII).

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