viernes, 27 de noviembre de 2009

Periódico Índice

Otra del periódico Índice, recordemos: el órgano de la Biblioteca que salió nada más que dos años, 1927 y 1938, una buena idea, y lo sigue siendo. Del nº 3 de 1927 este escrito, cuando Carlos Vega estaba al frente de la redacción. Con título y ¿desenvolvimiento? alberdiano; “gobernar es poblar” es la frase que se le adjudica a Juan Bautista Alberdi y, en efecto, pertenece al tucumano pensador que pasó la mayor parte de su vida fuera del país.


Poblar

Poblar es urgente cuestión de gobierno. Por la siempre actual razón del mutuo apoyo, se comprende que el bienestar sea mayor y el progreso más rápido en las localidades donde conviven mayor número de vecinos.

Para que los pueblos sigan un automático proceso de engrandecimiento, basta con que ellos se encuentren en condiciones satisfactorias de habitabilidad. ¿Y qué debemos entender por habitabilidad? Está demás decirlo. La mayor parte de los pueblos de campaña son inhabitables a consecuencia de la tierra y el barro, la falta de ambiente social, comodidades y distracciones. Tierra y barro son grandes enemigos del aseo y cuidado de hogares y personas; e indispensables condiciones de habitabilidad son siempre los espectáculos o paseos en que la gente recrea el espíritu, alejándose del vergonzoso espionaje de los movimientos del vecino y olvidando la empeñosa divulgación de chismes.

Cantidad: eso es todo. Mediante el aumento de vecinos, las mejores conquistas para el bienestar común, van siendo gradualmente posibles. Una villa que inicia su población empieza por carecer hasta de veredas. Sólo la afluencia de pobladores permite elementales comodidades, iluminación, alcantarillas y zanjas. Más adelante, la concentración de familias facilita nuevos progresos: plazas, luz eléctrica, teléfonos, trenes, riego, caminos, veredas de piedra.

La historia de todos los pueblos y ciudades es muy semejante. La de Cañuelas, como las otras, prueba que es la densidad de población lo que, con buena voluntad de las autoridades, permite mejorar las condiciones de vida, que equivale a aumentar la afluencia de pobladores. Nuestro pueblo aún no ha cumplido sus destinos; falta el adoquinado y más adelante, las aguas corrientes, diversos servicios públicos, teatro, etc. Cosa fantástica, en apariencia, pero que es el camino lógico de todas las ciudades.

En épocas pasadas Cañuelas ha sido objeto de una verdadera despoblación, como consecuencia natural de la imposibilidad de ser habitado. Afortunadamente, los tiempos malos han pasado; sin aludir en particular a determinada administración, puede asegurarse que en los últimos años, las condiciones de vida mejoran.

Es que, en realidad, el problema de la población no es nada fácil. Las autoridades pueden decir, que no hay bienestar porque no vienen habitantes, y que no vienen habitantes porque no hay bienestar. Pero no hay tal círculo vicioso. Es el mismo dilema que deja calvo al comerciante: “no tiene clientes porque no hace propaganda y no puede hacer propaganda porque no vienen clientes”.

Y sin embargo, el comercio y los pueblos pueden romper el círculo siempre que sepan hacer la verdadera propaganda hábil y compensadora. Un pueblo es como un negocio: para que la gente venga es preciso llamar la atención de alguna manera.

Poblar es urgente cuestión de gobierno. Para conseguir que nuestro pueblo atraiga y dispute pobladores a otros pueblos y ciudades, es preciso pavimentarlo, adornarlo con árboles y jardines, pintarlo y embellecerlo como si se tratara de una mujer coqueta.

Periódico INDICE, órgano de la biblioteca popular, 1927, año I, nº 3.

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