miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Qué harían las bibliotecas sin mujeres?

Pedro Quiroga, sobrino y secretario de Sarmiento, fundador de la primera biblioteca de Sudamérica en San Juan y la primera de Cañuelas en 1869, cuando todavía dudaban en tomar mujeres.

Desde hace mucho tiempo las estadísticas enseñan que las mujeres leen más libros que los hombres (no hablamos de qué leen, sino de cantidad). ¿Debe ser, como decimos nosotros los hombres, porque “tienen más tiempo”?, ¿qué valor de verdad tiene hoy ese presupuesto? ¿O será que la mujer en toda actividad que implique escucha, receptividad y entrega nos aventaja?

El segundo hecho –tal vez relacionado- es que, también desde tiempo, la mayor parte de los cargos directivos y de trabajo en las bibliotecas populares están ocupados por mujeres.

Por eso nos es grato mostrar esta carta mediante la cual Polemón Huergo, primer presidente de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, le contesta a un miembro de la Sociedad Franklin de Cañuelas sobre el rol que deben desempeñar las mujeres en una biblioteca popular.


“Señor D. Desiderio Dabel (*):
Cañuelas.

Me hace vd. el honor de consultarme sobre el rol que debe asignarse a la Comisión especial de señoras que quedó nombrada por al acta de instalación de la sociedad de la Biblioteca popular de Cañuelas.
En mi concepto, es necesario darles participación a las señoras en el trabajo activo y muy importante de buscar dinero para comprar libros, por medio de suscriciones y de rifas de objetos y labores de mano, de adquirir libros y de buscar lectores. Aún debieran nombrarse comisiones sucursales de señoras en todos los cuarteles del Partido. ¿Qué haría la Biblioteca de Cañuelas sin darles esa participación a las señoras?
-Muy poco.
Es necesario confesar, mal que nos pese, que las señoras son más diligentes, prolijas y perseverantes que nosotros. Por otra parte, las madres quieren a sus hijos con un amor infinitamente más grande y entrañable que los padres; y convencidas de que la Biblioteca establecida influye directamente en provecho de sus hijos, por cuanto viene a completar y abrir hermosos horizontes a la limitada instrucción primaria que han recibido, haciéndolos valer más, bajo todos respectos, mientras más sepan, ellas han de trabajar con ardor y perseverancia”.

Polemón Huergo
19 de octubre de 1871
(Secretaría de Cultura de Salta)

(*) Desiderio Davel (con v corta anota Lucio García Ledesma) fue miembro de la Sociedad Franklin que dio origen en 1869 a la primera biblioteca de Cañuelas, del mismo nombre. Y el Juez de Paz y Presidente de la Corporación Municipal que permaneció durante más tiempo (antes del Régimen Municipal de Intendentes que comienza en 1886), estando a cargo los años: 1866, 1868, 1873 a 1874 y 1876 a 1877. También fue presidente de la Sociedad Musical de Cañuelas en 1876.




Recomendados sobre las mujeres (para hombres y mujeres)

"A la mujer no debe enseñársele a leer ni a escribir" (Felipe de Novara, siglo XIII)


1

Hay un libro –que contiene varios libros, el más importante de Occidente- unánimemente considerado como origen y principal sostén del mundo patriarcal, y es La Biblia. Poco se habla a pesar todo, de que el ámbito en que surgieron varios de los textos que la componen era muy diferente a lo que es, para nuestra imaginación, el mundo conventual o de control eclesiástico.

Si empezamos por el principio, encontramos el Génesis. Sabemos que Dios crea a Eva de una costilla de Adán: “Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre” (Génesis 2.22), aunque el lector atento también podría haber leído la misma creación un ratito antes: “Y Dios creó al hombre a su imagen; los creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer” (Génesis 1.27), y resulta un contrasentido, ya que no sigue pasos lógicos. Pero es interesante que el primer enunciado de la creación humana en la tierra, contenga, si bien dentro de la figura genérica de un hombre, al hombre y la mujer.

Dejemos esta isla de interpretación que ya sirvió a muchos para hablar sobre la paridad de los sexos -o inclusive sobre el doble sexo- y cerremos lo que decíamos del contexto. Estamos manejando la versión de La Biblia realizada por la editorial San Pablo, aceptada por el Episcopado y los catequistas, en la presentación del Génesis podemos leer en letra chica: “al leer estos textos, es imprescindible distinguir entre la verdad revelada por Dios, que mantiene su valor y actualidad permanentes, y su expresión literaria concreta, que refleja el fondo cultural común a todos los pueblos del Antiguo Oriente”. Quiere decir que al distinguir la expresión literaria encontramos el contexto cultural en que surge el texto, pueblos del Antiguo Oriente, dice, en su totalidad politeístas y en donde convivían al menos dos calendarios, uno solar y otro lunar, de los que -igual ocurre con muchas de nuestras culturas precolombinas- se desprende un profundo respeto por los ciclos de la naturaleza. La primera sociedad claramente teocrática, cuando la ley empieza a emanar de un solo dios, es la hebrea, lo que conocemos como el pueblo judío, cuyo desarrollo leemos en el Antiguo Testamento, que sigue al Génesis. Hasta ahí el contexto.

La fundamentación de la desigualdad entre el hombre y la mujer en la Edad Media –cuando se forma gran parte de nuestra de interioridad- está basada principalmente en la lectura que hacen del Génesis bíblico las autoridades de la Iglesia: por un lado la Creación que pone al hombre en un lugar de privilegio, y luego la incitación por parte de Eva a probar del árbol del conocimiento y su correlato del pecado y la expulsión del paraíso, que puede transformar a la mujer en la enemiga, fuente de todos los miedos, o, en el mejor de los casos, en un enigma que no se quiere resolver.

Entonces acá la necesidad que tenemos de recurrir a otras interpretaciones del mismo relato, y no tener que ir en rápida huida a otras culturas, como la oriental, donde con mucha facilidad encontraríamos escenas liberadoras o contrapuestas.

Un conjunto de historiadoras e historiadores europeos en 1990 concretan el proyecto de la realizar la historia íntegral de las mujeres en Occidente. Bajo la dirección de Georges Duby y Michelle Perrot, Taurus Ediciones publica "Historia de la mujeres en Occidente", en 5 tomos de 600 páginas. Del tomo 2, sobre La Edad Media, viene lo transcribimos a continuación:

“Resucitar, sacándola del silencio de las fuentes, la palabra de las mujeres…En verdad, la mujer, primera en hablar en el Paraíso, se halla en el centro, en el nacimiento mismo de la palabra. Primera también en establecer una relación con el otro –únicamente la había precedido el diálogo de Adán y el Creador, intercambio contractual y fundador-, la mujer expresa desde el primer momento su papel de nacimiento en el seno de lo social. Eva, la madre de los seres humanos que evoca Dante en su De vulgari eloquentia, inaugura la palabra originaria. Y también inaugura, por el fruto de la amargura, la desdicha de los hombres. En su nombre reúne los vagidos de quienes nacen para una tierra que ya no es el Paraíso, la tierra de los hombres.

Vínculo crucial de la mujer con la palabra: Eva significa vida, pero, sobre todo, Eva anuncia el lamento de la humanidad. (…)

Ya para los teólogos de la Edad Media, ante la palabra de la mujer, Adán se mostró débil, más débil que Job. Y el silencio de las mujeres ya no abandonará el domino de las prescripciones.”

(Voces literarias, voces místicas, Danielle Régnier-Bohler, pp. 473-74)

Como se ve, aquí tenemos otra interpretación de lo mismo: la mujer es la primera en hablar en este mundo, así crea el vínculo social y la relación con el otro. ¿Por qué no se le permite hablar?, porque le recuerda al hombre que no vive en el Paraíso.

Por todo lo dicho invitamos a las mujeres a leer y…a hablar.


2

Además de la Historia de las Mujeres y de La Biblia -que damos por hecha pero no cerrada- queríamos citar en la Biblioteca otra lectura, ya sociológica, que trabaja con las herramientas que proporciona la Psicología. Su título enuncia nuestra propuesta también: “Unidos o dominados. Mujeres y varones frente al sistema patriarcal”, de Héctor Bonaparte (Homo Sapiens Ediciones, 2000). Es la idea de que hombre y mujer no sólo nacen, sino que –principalmente- se hacen.

Párrafo: “En verdad, hay un largo camino entre vagina y casa, y entre pene y trabajo: un camino de prejuicios y discriminaciones, sembrado de ideas, creencias, valores, sentimientos…” (p.136)

Y al final la Constitución Nacional Argentina, ¿por qué no? Ahora que rompimos el hielo resulta una buena síntesis:

"modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier índole que estén basados en la idea de inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres".

(Artículo 75 inc. 22, en su art. 5º)


Recomendados en el blog, que deben haber leído:
-Juicios de Sarmiento sobre la mujer.
-La mujer en "La razón de mi vida" de Eva Perón (debajo una lista con libros sobre las mujeres en la biblioteca).
-Información ciudadana sobre las mujeres que suministra la Comisión Protectora de Bibliotecas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario