Entre los libros que editó la Biblioteca Nacional este año, de la colección “Reediciones & antologías”, ingresó a la biblioteca “Calfucurá, la conquista de las pampas” de Álvaro Yunque.
Originalmente publicado en 1956, “Calfucurá”, con más de 400 páginas, es un enfoque muy completo de la vida de los indios en la pampa hasta su -casi- extinción.
Tomando el título del bravo cacique araucano, la obra, sin embargo, no se limita a historiar el encuentro entre el hombre blanco y el indio por más de 400 años. Es también una toma de posición en algunos casos política, que el lector juzgará. El trazo ideológico ya aparece en el epígrafe inicial: “A los argentinos que realicen la Reforma Agraria, verdadera conquista del desierto”, dedicatoria que adelanta los personajes históricos que van a quedar bien o mal parados.
Guillermo David, encargado del prólogo, dice que por aquellos años Yunque fue una excepción en el tratamiento de la temática del indio dentro del imaginario de las izquierdas.
Con respecto al subtítulo “La conquista de las pampas”, el autor parece elegir “pampas” y no “pampa”, inspirado en la protesta del autor de “Una excursión a los indios ranqueles”, Lucio V. Mansilla, que luego de cabalgarla observa que no se trata de “una vasta llanura”, sino de un paisaje más variado. “El océano de tierra”, la extensión ilimitada en su lisura, proviene de los primeros relatos extranjeros, influyentes también en Sarmiento y la escritura del Facundo.
La obra se divide en cinco partes:
Primera parte: La pampa misteriosa y viva.
Segunda parte: Los huincas de Europa y los pampas (1515-1810).
Tercera parte: Los huincas de América y los pampas (1810-1835).
Cuarta parte: Calfucurá (1835-1873).
Quinta parte: Remingtons y telégrafos contra lanzas y chasques (1873- 1885).
(Huinca: en mapuche, no indio u hombre blanco.
Chasque: del quichua “chasqui”, mensajero.)
¿Qué piensa Yunque del alma indígena? ¿Qué del exterminio? Los siguientes párrafos nos hablarán un poco.
“El cronista Sánchez Labrador atribuye a los pampas, como condición de su carácter, obstinación, contumacia, altivez, rebeldía. No son, precisamente, las condiciones que exalta entre sus fieles de la iglesia de Cristo, a la cual perteneciera aquel cronista; pero son excelentes condiciones humanas. En ellas residen latentes posibilidades de superación y triunfo. Frentes a los violentos, los pampas demostraron poseerlas, aunque aptos para adaptarse a las razones que les llevaban los hombres pacíficos, lo cual fuerza a reconocer que no carecieron de inteligencia aquellos contumaces y rebeldes hijos de los aucás andinos”. (Pag.199)
Y sobre el exterminio.
“¿Eran aptas la civilización y la época argentina de su caótico siglo XIX para intentar redimir y asimilar al indio, no exterminarlo?
Norte América, más avanzada, no lo hizo. La Argentina, siempre en guerra civil, con el analfabetismo y la despoblación como dos males sin remedio, ¿estaba siquiera en condiciones de redimir al indio? Los pocos intentos fracasaron. No por el indio, precisamente. Fracasaron porque el huinca era un primitivo también. La hora era la violencia. El indio se asimiló al blanco sólo corrompiéndose. (Excepto, naturalmente, contadísimos casos).
'Errores son del tiempo y no de España'. Dijo, para explicar la crueldad de los conquistadores de América, el poeta Manuel Quintana. Los huincas entre sí no se trataban tampoco con menos crueldad. La historia de las guerras civiles argentinas son un folletín de sangre y depredaciones.” (Pags. 477 y 478)
Ahora pensamos nosotros. Después de leer la quinta parte (la de los rifles remingtons y telégrafos) queda el sabor de que el avance ofensivo sobre el territorio indígena, tenía algo de inevitable. La campaña de Roca en 1879 sólo fue su consumación.
“Roca no es el conquistador del desierto, como no lo fue Rosas. A uno y a otro se les magnificó con fines políticos, y esto sin negar los evidentes méritos de uno y de otro. Roca es sólo el continuador de la empresa que Alsina dejó casi realizada. Al llegar él, los indios ya eran sólo bandas de ladrones perseguidos que no presentaban combate.” (Pag. 462)
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¿Cuánto tiempo más atrás habrá que ir para encontrar campañas pacíficas? Del libro de Yunque podemos extraer: primero, a finales del siglo XVIII, la expedición de Félix de Azara; a comienzos del XIX, la de Luis de la Cruz; para llegar a mayo de 1810 y a la campaña de Andrés García, ideada por Mariano Moreno. Y se pueden salvar los nombres de Strobel, Cherino, Cardiel y Falkner, evangelizadores. Más acá en el tiempo, el libro se ocupa de la figura de Francisco Ramos Mejía, según Yunque con Andrés García, Luis de la Cruz y Feliciano Chiclana, forma un “cuadrilátero de hombres de paz”.
Y debe resultar dificil encontrar otros. Como habíamos señalado en otro sitio del blog, Sarmiento tuvo una marcada obsesión por la ocupación del territorio indio, si su presidencia no le permitió pasar a hechos más concretos fue tal vez por la inestabilidad en que le tocó gobernar. Llamamos “genocidio” a esta obsesión sarmientina porque junto con otros de su época operó una negación en la identidad indígena, (como la etimología lo indica “genos” viene de gente o grupo humano). Negación que se prolongó bien entrado el siglo XX.
El debate sigue abierto. Creemos que el libro de Yunque es una reedición de valor dada la ausencia de bibliografía sobre los antiguos habitantes de la región pampeana que, aunque hoy parezca de ficción, existieron. De seguro el libro llenaría un lugar vacío en muchas bibliotecas.
Y debe resultar dificil encontrar otros. Como habíamos señalado en otro sitio del blog, Sarmiento tuvo una marcada obsesión por la ocupación del territorio indio, si su presidencia no le permitió pasar a hechos más concretos fue tal vez por la inestabilidad en que le tocó gobernar. Llamamos “genocidio” a esta obsesión sarmientina porque junto con otros de su época operó una negación en la identidad indígena, (como la etimología lo indica “genos” viene de gente o grupo humano). Negación que se prolongó bien entrado el siglo XX.
El debate sigue abierto. Creemos que el libro de Yunque es una reedición de valor dada la ausencia de bibliografía sobre los antiguos habitantes de la región pampeana que, aunque hoy parezca de ficción, existieron. De seguro el libro llenaría un lugar vacío en muchas bibliotecas.
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Álvaro Yunque en internet: http://www.alvaroyunque.com.ar/
En la Biblioteca además se pueden encontrar las siguientes obras, a excepción de “Sayhueque” y la de Guinnar, las restantes figuran como bibliografía en “Calfucurá”.
-“Tres años de cautividad entre los patagones” de Auguste M. Guinnar
-“Una excursión a los indios ranqueles” de Lucio V. Mansilla
- “Viaje al país de los araucanos” de Estanislao S. Zeballos
En la Biblioteca además se pueden encontrar las siguientes obras, a excepción de “Sayhueque” y la de Guinnar, las restantes figuran como bibliografía en “Calfucurá”.
-“Tres años de cautividad entre los patagones” de Auguste M. Guinnar
-“Una excursión a los indios ranqueles” de Lucio V. Mansilla
- “Viaje al país de los araucanos” de Estanislao S. Zeballos
-“Callvucurá y la dinastía de los piedra” de Estanislao S. Zeballos
-“Paine y la dinastía de los zorros” de Estanislao S. Zeballos
-“Sayhueque, el último cacique” de Curruhuinca-Roux
-“Paine y la dinastía de los zorros” de Estanislao S. Zeballos
-“Sayhueque, el último cacique” de Curruhuinca-Roux
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