Más allá de las formas comunes
Cristina Galli reside junto a su marido en EEUU a 100 kilómetros de San Francisco, a partir del año 2000. Pero antes, en la década del 80, desde su legendario “Taller de la Esquina”, torció para siempre el rumbo de la pintura y el arte en Cañuelas.
El Taller de la Esquina funcionó desde el año 85 hasta iniciados los 90, en la esquina de Brandsen y Del Carmen. Principió, entre otros artistas locales, a Marianela Raggi, Mariela Salé y Lenchi Ramos. Otro pionero en el ámbito, Rodolfo Morfese, recuerda ese momento particular de Cristina: “tenía tanta creatividad que era casi imposible seguirla”.
-¿Cómo se te ocurrió abrir un taller de pintura en un lugar tan céntrico? Algo que nunca se había hecho.
-En el momento que muere mi padre yo pensé que mamá iba a estar muy sola y quería venirme para acá. Al principio me quedé largas horas trabajando los fines de semana acondicionando el sitio, dándole un clima especial, después hubo dos personas –principalmente- que me ayudaron: Roberto Betelu y Gustavo Noseda. La intención mía era abrir algo con una propuesta diferente, que el arte llegara a determinadas personas y se abrieran las puertas para que la gente pudiera manifestarse. En Buenos Aires yo había trabajado en TEA (Taller de Experimen-tación Artística), este lugar a mí me dio una postura totalmente nueva y grande. El día que yo entré a ese sitio, entré mirando todo lo que había; a medida que subía las escaleras percibía un clima mágico. Y eso es lo que de alguna manera quería traer. La carrera de Bellas Artes puede ser algo escolástico, y otra cosa es cuando uno vive un clima mágico, y tus ojos pueden ver más allá de las formas comunes. Por eso yo salía a caminar con los nenes a encontrarle formas a las manchas de humedad en las paredes y a experimentar la naturaleza.
El Taller de la Esquina funcionó desde el año 85 hasta iniciados los 90, en la esquina de Brandsen y Del Carmen. Principió, entre otros artistas locales, a Marianela Raggi, Mariela Salé y Lenchi Ramos. Otro pionero en el ámbito, Rodolfo Morfese, recuerda ese momento particular de Cristina: “tenía tanta creatividad que era casi imposible seguirla”.
-¿Cómo se te ocurrió abrir un taller de pintura en un lugar tan céntrico? Algo que nunca se había hecho.
-En el momento que muere mi padre yo pensé que mamá iba a estar muy sola y quería venirme para acá. Al principio me quedé largas horas trabajando los fines de semana acondicionando el sitio, dándole un clima especial, después hubo dos personas –principalmente- que me ayudaron: Roberto Betelu y Gustavo Noseda. La intención mía era abrir algo con una propuesta diferente, que el arte llegara a determinadas personas y se abrieran las puertas para que la gente pudiera manifestarse. En Buenos Aires yo había trabajado en TEA (Taller de Experimen-tación Artística), este lugar a mí me dio una postura totalmente nueva y grande. El día que yo entré a ese sitio, entré mirando todo lo que había; a medida que subía las escaleras percibía un clima mágico. Y eso es lo que de alguna manera quería traer. La carrera de Bellas Artes puede ser algo escolástico, y otra cosa es cuando uno vive un clima mágico, y tus ojos pueden ver más allá de las formas comunes. Por eso yo salía a caminar con los nenes a encontrarle formas a las manchas de humedad en las paredes y a experimentar la naturaleza.
-Muchos se acuerdan del lugar por el maniquí que había en la puerta.
-Lo del maniquí fue un boom, yo lo ataba de la reja y parecía que estaba volando. Y para determinadas circunstancias los chicos le cambiaban la ropa. La gente pasaba y le decía “buenos días…” (risas) como si fuera una persona. Siempre encontraba maneras de promocionar el lugar. Me acuerdo que una vez iba haber una carrera de bicicletas e iban a pasar muchas personas por ahí; entonces pensé que yo podía usar este evento y hacer algo. Me levanté muy temprano a la mañana con un tacho de pintura, y fui pintando líneas zigzagueantes, pisadas; y, como el circuito también pasaba por ahí, al final agregué “acá también funciona el Taller de la Esquina”.
yo soy yo
tú eres tú…
no he venido a este mundo
para cumplir con tus expectativas,
ni has venido a este mundo
para cumplir con las mías,
si nos encontramos
puede ser maravilloso,
si no…no tiene remedio.
Cristina Galli
(Cuadro con dibujo a lápiz, 1988)
-Lo del maniquí fue un boom, yo lo ataba de la reja y parecía que estaba volando. Y para determinadas circunstancias los chicos le cambiaban la ropa. La gente pasaba y le decía “buenos días…” (risas) como si fuera una persona. Siempre encontraba maneras de promocionar el lugar. Me acuerdo que una vez iba haber una carrera de bicicletas e iban a pasar muchas personas por ahí; entonces pensé que yo podía usar este evento y hacer algo. Me levanté muy temprano a la mañana con un tacho de pintura, y fui pintando líneas zigzagueantes, pisadas; y, como el circuito también pasaba por ahí, al final agregué “acá también funciona el Taller de la Esquina”.
-Por lo que contabas el taller era un lugar abierto para la experimentación, ¿qué tipo de gente iba?
-Yo decía que era para gente de 6 a 70 años. Ya había trabajado mucho tiempo con chicos en jardines de infantes y sabía que podía hacerlo porque tenía ese respaldo. Lo más fuerte era el taller de arte en general y el dibujo. Después empezamos con la cerámica, compré un horno para eso (Cristina habla de lo que seguramente fue el primer horno en Cañuelas). Era el lunes todo el día, a full, de la mañana a la noche, el resto del tiempo yo estaba en Buenos Aires.
-Yo decía que era para gente de 6 a 70 años. Ya había trabajado mucho tiempo con chicos en jardines de infantes y sabía que podía hacerlo porque tenía ese respaldo. Lo más fuerte era el taller de arte en general y el dibujo. Después empezamos con la cerámica, compré un horno para eso (Cristina habla de lo que seguramente fue el primer horno en Cañuelas). Era el lunes todo el día, a full, de la mañana a la noche, el resto del tiempo yo estaba en Buenos Aires.
SUS ALUMNOS
"Lenchi para mí fue una persona súper especial. El papá que era albañil me ayudada a preparar las paredes y un día me preguntó si él también podía venir a mirar. Se sentaba en un escaloncito y quedaba mudo, pero miraba todo-todo. Después el proceso que hizo Lenchi fue increíble, la evolución de su dibujo, fantástica. Al final terminé tomándolo casi como mi asistente. A los padres siempre les dije que si él quería hacer algo con esto que por favor no le cortaran las alas". Cuenta Cristina sobre Lenchi Ramos, que también habló con La información: "Son pocas las cosas que me acuerdo porque tendría ocho años, pero a lo que me quedó grabado todavía lo sigo utilizando. Miro los dibujos y observo que mucho de lo que me enseñó es lo que luego vi en la universidad. Yo al principio fui como un peón de mi viejo, al que no le prestaba mucha atención porque quería ver lo que estaba haciendo ella. Después cuando entré al taller mis horarios se desbordaban. Recuerdo que tenía un fitito y una vuelta pasó por casa para hablar con mis viejos, porque lloraba y quería irme con ella; quería estar a la par. Una cosa que me quedó grabada fue la modalidad de trabajo, la música como soporte, que es el clima que uso yo ahora".Otra de sus alumnas, Virginia Laorden, diseñadora gráfica, también acercó su punto de vista: “Hoy me asombro cuando recuerdo los proyectos de El Taller, fue algo totalmente innovador, y al día de hoy sigue siendo un espacio único. Cris tuvo la capacidad de hacer lo que sentía, que no es poco ni sencillo, y transmitir el arte de una manera especial, permitiéndonos a nosotros, pensar y experimentar con temas y situaciones nuevas. Es muy loco a los 12 años, hablar y plasmar un proyecto artístico, por ejemplo diapositivas, pinturas, escultura, desde la nada”.
yo soy yo
tú eres tú…
no he venido a este mundo
para cumplir con tus expectativas,
ni has venido a este mundo
para cumplir con las mías,
si nos encontramos
puede ser maravilloso,
si no…no tiene remedio.
Cristina Galli
(Cuadro con dibujo a lápiz, 1988)
Publicado en el semanario La información de Cañuelas, agosto de 2006
(Pintura arriba: La esquina de Brandsen y Del Carmen donde funcionaba el taller, por Omar Bustos.)
2 comentarios:
Me encantó encontrar esta entrevista a Cristina Galli. Me trae muy buenos recuerdos de su loca creatividad y gran sensibilidad. Cris me alegro de que te estés recuperando, deberíamos pensar en llevar a cabo algún tipo de intervención en los espacios públicos de Cañuelas, reuniendo a los artistas con tu impronta y con Rodolfo en la coordinación.
Juan Manuel, está muy bueno el blog. Felicitaciones.
Susana Frasseren
QUE PLACER!!HACE TIEMPO QUE BUSCO A CRISTINA , ESTUDIAMOS JUNTAS NIVEL INICIAL EN EL PROFESORADO SAENZ,DE LOMAS DE ZAMORA, DESEARÍA CONECTARME CON ELLA ,POR FAVOR, PODRÁN ENVIARME ALGUNA DE SUS DIRECCIONES?NO SE IMAGINAN CUANTO SE LOS AGRADECERÉ.
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