lunes, 3 de enero de 2011


Guillermo David: "La invención del gaucho". Pensar la argentinidad



Guillermo David, y el debate


El mito gaucho: "La extensión yacía cubierta por un gran silencio. El silencio cuyo piélago iba a ser la cuna del mito pampeano, el que al cobrar voz, voz de canto, lo desgarraría para articular dentro de su cósmica concavidad una palabra, la palabra de un mensaje, la cifra de una cosmogonía, de una historia gaucha del mundo, cuyos elementos primordiales comienzan a organizarse, a articularse en cosmos en virtud de la medida y el ritmo de las estrofas de un canto". (Cap. II, Cosmogononía gaucha)

El sábado 18 de diciembre tuvimos en Cañuelas una conferencia que nos debíamos y aún nos debemos. El pensador y ensayista Guillermo David llegó para desatar en diálogo vívido un tren de preguntas, oscuras o claras, sobre el ser argentino.

A pesar de tratarse de un día complicado para la convocatoria (actos políticos, culturales, cierres de año aquí o allá) un nutrido grupo hizo frente a las primeras y originarias preguntas proferidas por la voz grave de David: "¿Qué es ser argentino? ¿Qué es un gaucho?".


Antes de llegar a la obra que da las respuestas más atrevidas al respecto, "El payador" (1916) de Leopoldo Lugones, Guillermo David realizó un repaso de algunas obras fundantes de la literatura argentina, así consideradas por muchos, como "El matadero" (escrito en 1838/40, publicado en 1871) de Esteban Echeverría y "Facundo" (1845) de D. F. Sarmiento. Como se sabe, la primera es un fresco brutal de un sacrificio a un unitario en un mataderos de vacas, la imagen del gaucho no aparece aquí todavía bien delineada, pero sí sabemos -explicó David- que no está en ese "petitero" que muere reventado, quien no da la figura de un argentino característico.

"Facundo" de Sarmiento es una obra que avanza mucho en el planteo, el gaucho tiene un lugar destacado en varios capítulos y principalmente en su protagonista, Facundo Quiroga. El gaucho aparece ahora como "el demonio de las pampas" al que hay que conjurar si se pretende instalar una civilización al modo europeo. Sarmiento describe inigualablemente, no sin fascinación, lo que creía que era la vida del gaucho y el territorio que dominaba, la pampa. Identificados con la barbarie, de ahí el subtítulo del libro: "Civilización y barbarie".


El mito gaucho: "Una nación no es el resultado de un proceso físico, sino que nace en virtud de un alumbramiento político y está bajo la advocación de un destino a realizar, de una misión que cumplir. Toda creación histórica verdadera trae a la vida una estructura anímica esencial que responde a una forma peculiar de convivencia humana. Este comienzo histórico, este impulso creador no puede ser abolido ni superado por lo que viene después; no hay 'progreso' que lo destruya o lo desvalore. ( ) Pero si este comienzo no puede ser abolido, puede, sin embargo, ser desvirtuado y falseado, traicionado. Es necesario entonces, y se justifica, el empeño por retomar contacto con ese pasado, que es una esencia constante, que es germen viviente y vivificador". (La esencia argentina, Prefacio a la primera edición de 1948)

Y llegó el momento de la obra de José Hernández, el Martín Fierro. Según David, luego de estudiar la obra y la vida de su autor, resulta todavía un misterio la formación de un hombre -en ese momento considerado rústico, o sin más bruto- que sabía todos sus versos de memoria, y que viene a establecer remotísimas relaciones literarias y de sangre. Este fue el primer momento en que el público participó, recordando las similitudes de la obra Hernández con poetas precedentes como el oriental Bartolomé Hidalgo (1788-1822) y la manera en que la supera con creces. También se habló del refranero y las coplas españolas incluidas en el Martín Fierro, aunque no siempre visibles, de modo sustancial, las que pasadas de generación a generación remontan a los siglos XIV o XV; cuanto hizo concluir a David que Hernández como todos los autores universales "hizo su obra con TODA la biblioteca", no importa la vía en este caso, si folclórica u oral.

El libro "El payador" (1916) de Leopoldo Lugones, al que David llamó "genio loco", abre por primera vez el camino para que el Martín Fierro pueda ser considerado poema nacional. Todo pueblo que se asuma como tal, según este abordaje, debe tener su poema épico, y Lugones dice que Argentina tiene la suerte de poseerlo. En un poema épico aparecen en una reunión vital los elementos característicos de un pueblo (en Lugones inclusive una "raza"), y algunas de las preguntas filósoficas fundamentales, David recordó que según "El payador" el Martín Fierro porta al menos dos: justicia y belleza. Y la reunión vital se dio en la figura gaucho, verdadero héroe -toda épica lo tiene- de nuestras guerras nacionales. El gaucho -arriesga Lugones- es una mezcla racial de indio y español, el primer componente lo hace un producto autóctono y el segundo universal, la última filiación asciende al árabe-andaluz, y allí se da el contacto con el espíritu greco-romano y las grandes épicas. Al mismo tiempo -o por ello- el gaucho logró civilizar las pampas -puesto que es su hijo-, cosa que el español no pudo, reflexionó David sobre el libro. Luego sintetizó la compleja biografía del escritor Lugones: "un hombre que empieza en el socialismo escribiendo con José Ingenieros el periódico La Montaña, se hace nacionalista y luego apoya el golpe del 30, para terminar suicidándose por penas de amor cuando escribía una biografía sobre Roca". Y trajo a referenciar algunas frases célebres de Lugones en la época del Centenario de 1910 que disvaloraban la nueva inmigración europea: "aluvión zoológico", "plebe ultramarina". "Por eso hoy -avanzó- en el 2010, es un buen momento para que volvamos a preguntar qué es un argentino o un gaucho, algo que era medio impensado diez años atrás".


El mito gaucho: "El gaucho vengará, a la corta o a la larga, al aborigen destruido, ya que lleva también su sangre, contribuyendo a la integración en la convivencia humana, de las restantes minorías nacionales aborigenes que, como parias, aún viven o, mejor, agonizan en nuestro territorio. Lo hará así, sin duda; cumplirá esta tarea, ciertamente, por propia necesidad de sobrevivir, adviniendo a un régimen social justo. Lo hará, puesto que el gaucho, hoy como ayer, es el hombre argentino mayoritario, que en el próximo futuro, dentro de la perspectiva del decurso histórico, marcará el rumbo político a la colectividad argentina" (Introducción a la edición de 1964, Destino histórico y prospección del gaucho)

"Los bolivianos ¿qué son?: gauchos; los peruanos ¿qué son?: gauchos; los paraguayos ¿qué son?: gauchos", de esta manera Guillermo David resumía una postura en relación a los nuevos inmigrantes en Argentina, que tiene ya más que ver con "El mito gaucho "(1948) de Carlos Astrada, que con "El payador" de Lugones. Y fue la puerta de entrada a una de las principales polémicas del día: un señor conocedor de la tradición gauchesca sentado en primera fila, dijo que era un error consignar a los bolivianos como gauchos, ya que, por ejemplo, nunca habían utilizado el caballo, entre varias y sustanciales diferencias. "El mito gaucho" del filósofo Carlos Astrada -ver abajo biografía- es una reescritura de "El payador" de Lugones, piensa David, en el sentido de que vuelve a poner al Martín Fierro como el poema más representativo de la estructura anímica de los argentinos, también como un canto épico, pero la idea de comunidad que sostiene Astrada en el texto es muy otra: Astrada no cree como Lugones que el gaucho haya desaparecido en un determinado momento de la construcción de la nación, sino que se trata de sujeto histórico-político esencial cuyo origen es poético, que aún sigue marcando "el fiel del rumbo" (MF) de un pueblo, y para nombrarlo mejor -sin explicarlo como debiéramos- deviene -o se trata de- un mito.


El mito gaucho: "Se trata de iluminar una realidad social para aprehenderla en sus caracteres peculiares, no desde un punto de vista extraño a ella, desde el topos Uranos, sino desde uno congruente con su desarrollo y factores inmanentes, es decir, constitutivos. Esto no se logrará, ciertamente, mediante un juego abstracto de esquemas tomados del iluminismo y del romanticismo, sin percatarse del cambio de perspectiva que exigen hechos distintos ( ). Sarmiento, en vez de legimitar compresivamente los hechos, y de reconocer su invidualidad histórica, y mostrarnos el cauce que, conforme a los principios y a imperativos de la acción, deben tomar, propone lisa y llanamente abolirlos, suplantarlos por otros. Partiendo de la falsa antinomia de Civilización y Barbarie, y, como bien lo hace notar Alberdi, de la confusión de campaña con extensión desértica, va en derechura a la solución utopista: el mal que aqueja al país es la barbarie (barbarie, in genere, aunque piensa en la barbarie política), representada por las campañas, por su población autóctona; hay que eliminarlo, limpiar de él, como la cizaña, el desierto (las campañas), reemplazándolo por lo europeo, que es la civilización. A su vez, para este enfoque tan simplista, la barbarie autóctona es un resabio de la colonia." (Cap. IV, La conquista de una conciencia nacional)

En varios pasajes de la conferencia Guillermo David intentó establecer un diálogo con símbolos cercanos. En primer lugar Sarmiento, nombre de la biblioteca. Dijo: "sabrán o habrán escuchado las palabras 'no hay que ahorrar sangre de gaucho' o las exactas 'no hay que ahorrar sangre de gaucho porque es lo único bueno que tienen', dichas por Sarmiento", y luego agregó de el mismo "que era cualquier cosa menos zonzo". Y en otro momento hizo alusión a las escuelas salesianas -el mismo día, el 18, se cumplían 120 años de Uribelarrea, lugar de la primera escuela salesiana del país- "las que, se construyeron sobre el indio, como todo en la pampa", al tiempo que hacía un gesto con las manos de un pie pisando una cabeza. El último libro de Guillermo David, justamente, toca de cerca a Uribe: una biografía, en clave de ensayo político y filosófico, sobre la familia Namuncurá; "El indio deseado - Del dios pampa al santito gay", va de la vida del cacique pampa-araucano más indominable, Calfucurá (el dios pampa), pasando por su hijo, el cacique Manuel, coptado por la civilización luego de la Conquista del Desierto, hasta Ceferino Namuncurá (el santito gay), quien como es vox populi visitaba la escuela Don Bosco de Uribelarrea, donde inclusive posee monumento.

"El indio deseado -Del dios pampa al santito gay" (Las cuarenta, 2009) y "Carlos Astrada -La filosofía argentina" (El cielo por asalto, 2004) son los dos libros más recomendables de Guillermo David.


Los párrafos intertextuados pertenecen al "El mito gaucho" (primera edición 1948; segunda, 1964) de Carlos Astrada, del que ahora entregamos algunas reflexiones y datos de vida, suministrados por los libros o ediciones de David.



Carlos Astrada: filósofo esencial

"Hay quien afirma que el pragmatismo norteamericano es la única filosofía engendrada en el continente, y que ello obedecería a la madures de una sociedad que se adelantó en la construcción de sus bases económicas y culturales modernas en forma autónoma de las fuentes europeas. En correlato con ello, nuestra condición dependiente y atrasada nos habría condenado a una subalternidad no redimible sin una conmoción histórica de gran proporción. Una revolución, digamos. Es así que se suele decir con resignación y no sin una rara jactancia punitoria que la Argentina es un país sin filósofos, debido a la dependencia estructural -su pecado de origen- del pensamiento del viejo continente, que sólo propicia vicariatos más o menos vergonzantes. O que la filosofía argentina, de existir, estaría encapsulada en la invención literaria, y que el discurso literario no la asumiría en su especificidad. Se trata, claro, del paradigma Borges, extensible a un Macedonio Fernández o a la ensayística de interpretación de un Martínez Estrada o un Murena. Se dice también, siguiendo al propio Borges, que ser filósofo o escritor argentino consistiría centralmente en un modo peculiar de ejercer la lectura apropiadora de la cultura universal; es decir que un procedimiento, una posición, definiría al pensar vernáculo, el cual quedaría así excusado de la pretensión de construir una cosmovisión singular. Bien. Algo -mucho- hay de pertinente en esas afirmaciones. Pero ciertos autores, o ciertas obras no cifradas en forma total en esos ejes invitan a creer que hay una filosofía digna de ser llamada tal, propiamente autóctona, no reconocida en lo que de radicalmente novedoso propone al concierto del pensamiento universal ni valorada en lo que tiene de atinente a los enigmas de nuestra realidad. El mito gaucho es una de esas obras, y su autor, Carlos Astrada, es, cabalmente, y en buena medida debida a ella, el gran filósofo argentino del siglo XX".

El mito gaucho: un clásico de la filosofía argentina, Guillermo David en Carlos Astrada, El mito gaucho, Edición Crítica, Fondo Nacional de las Artes, BA, 2006.


Guillermo David con su libro "Carlos Astrada -La filosofía argentina" (2004) realizó el trabajo más completo, concienzudo y actual sobre el filósofo discípulo de Heidegger y los predecentes de la mayor filosofía europea del siglo pasado. Ofrecemos un resumen de la biografía de Astrada con los datos suministrados por David en la edición crítica de "El mito gaucho" de 2006 hecha por el Fondo Nacional de las Artes, también la versión más recomendable de este libro por contener las sucesivas correciones, agregados y respuestas de Astrada a las diferentes polémicas que suscitó la obra.


Carlos Astrada (Córdoba, 1894- Buenos Aires, 1970) pertenece a la generación que forjará las primeras vanguardias argentinas. Participa en la Reforma Universitaria de 1918 junto a Deodoro Roca y Sául Taborda, con los que conforma el ala izquierda del movimiento. En 1927 luego de ganar una beca se traslada a Alemania donde estudia durante cuatro años con Max Scheler, Edmund Husserl, Nicolai Hartmann y Martin Heidegger, entre otros, la cocina de, a la postre, una de las mayores filosofías del siglo, que tiene su inicio esencial con el libro Ser y Tiempo (1927) de Martin Heidegger. En Alemania también entabla relación con figuras como Herbert Marcuse, Hans-Georg Gadamer, Karl Löwith, etc., formando parte de la izquierda heideggeriana. A su regreso al país brinda su conferencia "Heidegger y Marx" (1932) en la que anticipa una posible confluencia de la filosofía existencial con el marxismo, al que concibe como una filosofía de la praxis. Publica El juego existencial (1933), su primer libro. Durante la década siguiente se vincula a los sectores del nacionalismo cultural y se desempeña en la docencia universitaria. Se editan sus libros Idealismo Fenomenológico y Metafísica Existencial (1936), una exposición crítica de Ser y Tiempo; La ética formal y los valores (1938), El juego metafísico (1942), Temporalidad (1943), en el que reúne sus trabajos de estética; y su Nietzsche, profeta de una edad trágica (1945), con el que propone una imagen redentorista y esperanzada de este filósofo, al cual desliga de la apropiación ejercida por el nazismo.
Con la irrupción del peronismo, al que adhiere críticamente, desarrolla un programa de renovación filosófica en la Universidad a la par que radicaliza sus posiciones políticas. En 1948 publica El mito gaucho, ya un clásico de la filosofía argentina, en el que indaga las claves del Martín Fierro. Es uno de los organizadores del Primer Congreso Nacional de Filosofía, punto de quiebre de la articulación del peronismo con la Iglesia Católica. Funda Cuadernos Filosóficos, órgano máximo de la filosofía argentina. En 1952 viaja invitado a Italia, Austria, Francia y Alemania, donde en su conferencia "Hacia una praxis histórico existencial" leída en la cátedra de Heidegger anuncia el agotamiento de la filosofía existencial y la necesidad del pasaje al marxismo. A su retorno edita La revolución existencialista, una de sus obras de mayor talante, dando forma a su cosmovisión personal que denomina Humanismo de la Libertad. Por entonces retoma el vínculo con el Partido Comunista así como con la naciente izquierda nacional. Frecuenta a Jorge Abelardo Ramos, Luis Franco, Liborio Justo, Rodolfo Puiggrós, Raúl Scalabrini Ortiz, entre otros. Tras el golpe del '55 es cesanteado de la universidad. Desde ese momento se entrega por completo a la indagación en el campo de la filosofía marxista, no sin conservar críticamente el acervo de las diversas tradiciones filosóficas que ha acogido en su pensar. Su primer trabajo orgánico en ese sentido es Hegel y la dialéctica (1956). Ese año viaja a la URSS, donde brinda una serie de conferencias y discute agriamente con los filósofos de la Academia de Ciencias, a los que acusa del abandono de Hegel y por tanto de la dialéctica. Asiste a la intervención rusa en Hungría, que termina de decepcionarlo del llamado socialismo real. Por entonces se estrecha su vínculo con las izquierdas heterodoxas, colaborando en sus órganos de prensa: Lucha obrera, Principios, Por, Revista de Liberación, Hoy en la Cultura, El escarabajo de oro, etc. En 1960 viaja como conferencista a la URSS y a China, donde sostiene una célebre entrevista con Mao Tsé Tung, por quien tomará partido en el debate chino-soviético. A su regreso publica Humanismo y dialéctica de la libertad, una historia del pensamiento humanista desde su alborada griega, cuyo capítulo final es el marxismo. Tierra y Figura (1963), es una compilación de textos donde vuelve a abordar la temática nacional (San Martín, El numen del paisaje, el Martín Fierro, Leopoldo Lugones, etc.). Por entonces entabla relación asidua con Mario Roberto Santucho, del Frente Revolucionario Indoamericano Popular, a quien vincula con Nahuel Moreno, así como las izquierdas trotskistas, gramscianas, guevaristas y proto-maoístas. A partir de 1967 publica la revista Kairós, producto de su colaboración con su principal discípulo, Alfredo Llanos, y su hijo Rainer Horacio Astrada. En ella se critican las diversas vertientes de la nueva izquierda, y se propicia un marxismo hegelianizante. En su último libro, Martín Heidegger - De la analítica ontológica a la dimensión dialéctica (1970) Astrada construye una imagen del derrotero de su maestro -al que caracteriza como "mitólogo del ser"- en anología con su propio periplo, haciendo de aquel un pensador de la praxis, la técnica y el destino planetario. Carlos Astrada falleció el 23 de diciembre de 1970. Figura dificil de clasificar, puede ser pensado como un filósofo hegeliano-marxista de formación existencial, que bregó por construir un pensamiento soberano y liberador raigalmente argentino.
Además del citado Alfredo Llanos, pueden nombrarse otros filósofos argentinos donde el maestro Astrada dejó su impronta, entre ellos Rodolfo Kusch, Oscar del Barco y León Rozitchner.


Obras de Carlos Astrada en la Biblioteca Sarmiento:
-Humanismo y dialéctica de la libertad, Carlos Astrada, Editorial Dédalo, BA, 1960.
-El mito gaucho, Carlos Astrada, Colección Identidad Nacional, Secretaría de Cultura de la Nación y Editorial Catari, 1994 (tomado de la primera edición de El mito gaucho de 1948).
-Metafísica de la pampa, selección de textos de Carlos Astrada realizada por Guillermo David, Biblioteca Nacional, 2007.
-En revista La Biblioteca de Biblioteca Nacional "¿Existe la filosofía argentina?", polémica de Carlos Astrada con el filósofo italiano Ernesto Grassi en el Primer Congreso de Nacional Filosofía de 1949 por la historicidad o ahistoricidad de la naturaleza en Argentina y el nuevo continente, investigación de Guillermo David, Biblioteca Nacional, 2005.

Primera edición de El payador de Leopoldo Lugones en la Biblioteca:


Guillermo David (Bahía Blanca, 1965), es escritor, traductor, editor y Coordinador General del Museo Nacional del Grabado. Publicó en libro: Witoldo - O la mirada extranjera (Colihue, 1998), Carlos Astrada - La filosofía argentina (El cielo por asalto, 2004), Perón en la chacra asfaltada (Colectivo editor, 2006) y El indio deseado - Del dios pampa al santito gay (Las cuarenta, 2009), estudio basado en la vida de Ceferino Namuncurá.
Tradujo a Raymond Williams, Antonio Gramsci, Marcel Proust, Rodrigo Gelamo, entre otros. Colabora en distintos medios gráficos.
Actualmente escribe y está pronto a publicar varios libros, entre ellos el mayor documento sobre la influencia de Marcel Proust en Argentina, y otro sobre las culturas originarias en América y nuestro país.


Ver texto base de Guillermo David para la conferencia, escrito en 2009:
Leopoldo Lugones


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Podrían volver a subir el texto base de la conferencia. Me interesa mucho la charla. Se agradecería profundamente...

Hagamos Grande la Biblioteca dijo...

Probá ahora. Cualquier cosa avisanos. Saludos