domingo, 31 de mayo de 2009


50 años de la muerte de Raúl Scalabrini Ortiz

“Nuestra mayor tristeza proviene de no saber quiénes somos. Hablamos en castellano, actuamos en inglés, gustamos en francés, amamos en ruso…”

Raúl Scalabrini Ortiz (Corrientes, 14 de febrero de 1898 – Buenos Aires, 30 de mayo de 1959)


Imagen de la quinta edición de esta biblia porteña en la Biblioteca, cuando Librerías Anaconda adquiere los derechos en 1932 (las cuatro ediciones anteriores se agotaron en sólo un año)



Nota biográfica y después vemos

Raúl Scalabrini Ortiz, hijo del naturalista Pedro Scalabrini, nació en Corrientes el 14 de febrero de 1898. Llega a Buenos Aires a estudiar Ingeniería y se integra a la revista de vanguardia literaria Martín Fierro, donde estaban los escritores renovadores del momento, J.L. Borges, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Ricardo Güiraldes, entre otros. Para todos, pero principalmente para Borges y Scalabrini, fue tutelar la figura de Macedonio Fernández. En 1931 publica la novela “El hombre que está solo y espera” que resulta un verdadero éxito literario y con la cual obtiene el Premio Municipal.

De ahí en adelante comienza su mayor compromiso político, luego de su exilio a Alemania –por formar parte de la fracasada revolución radical del 33- se aproxima al grupo intelectual FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que comparte con Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Homero Manzi, entre otros. FORJA intentó operar como bisagra entre los dos grandes movimientos nacionales y populares de la Argentina, el yrigoyenismo y el peronismo. Arturo Jauretche dirá al respecto de la defensa de la industria nacional y sobre Scalabrini Ortiz en particular: “Scalabrini nos llevó a nosotros del antiimperialismo abstracto al antiimperialismo concreto” (1). En 1936 publica "Política británica en el Río de la Plata" (Nº 1 de los Cuadernos de FORJA), el primero de sus trabajos importantes de revisionismo histórico, que sale como libro en 1940. Los Cuadernos de FORJA Nº 5 y 6, son el puntapié inicial de otro de sus libros clave: "Historia de los ferrocarriles argentinos". Allí dice que los ramales de los trenes en Argentina son “una inmensa telaraña en donde está aprisionada la República”, la razón es porque no nos pertenecen. En otro lugar utiliza la comparación con un cuerpo humano: “un país no es soberano como no lo sería una persona que no tuviera el control de su red nerviosa”(2). Si bien el ferrocarril atrajo la inmigración y pobló zonas desérticas del territorio, del mismo modo se transformó en un instrumento de dominación foránea al responder a intereses económicos que no eran los locales. Pero ¿los ferrocarriles pueden volverse un instrumento de emancipación? Él cree que sí, por eso va a apoyar el proceso de nacionalización que lleva adelante el presidente Juan Domingo Perón, aunque nunca a través de cargos y siempre desde un lugar crítico.

En 1955 se opuso al derrocamiento de Perón ya que creía se trataba del retorno de los sectores que favorecían la dependencia económica del país. Colaboró en el programa desarrollista de Arturo Frondizi quien gana la presidencia en 1958, sin embargo su aporte dura hasta que se entera de las concesiones petroleras del gobierno a empresas extranjeras. Muere víctima de un cáncer el 30 de mayo de 1959.


Notas
(1) Según Norberto Galasso, en la entrevista de la revista BePé, abril 2009, CONABIP.
(2) Esta frase también se le atribuye a Perón.



Acercamientos a su ser total y esencial

“No había elementos de xenofobia en su ideología, no había desprecios ni prejuicios ni siquiera condenas rimbombantes. Era dueño de un manso patriotismo plural, democrático, que él mismo se encargó de definir en toda su obra”.

Hernán Brienza, Revista Caras y Caretas, abril de 2009


“No es ‘hombre de FORJA’, tampoco acepta cargos con el peronismo; es un francotirador, por un lado, y por otro, el hombre que cree que la vida (lo dice por allí), la vida es meterse en una gran empresa colectiva que lo trasciende a uno mismo, y si uno está en lo cierto, cuando desaparezcan sus ideas y sus luchas van a seguir porque están en el pueblo”.

Norberto Galasso, entrevista de la Revista BePé Nº 8, CONABIP


“Me costó saber cómo era Scalabrini Ortiz. Raúl estaba siempre defendido del que quería saber cómo era. Su hombre íntimo no lo pude penetrar en una amistad y en un compañerismo de treinta años. No me puedo poner ahora a hacer ‘sicologías’ porque a veces me parece que Raúl era una cosa y a veces me parece que era otra: era el hombre de Corrientes y Esmeralda (el personaje simbólico de El hombre que está solo y espera) en su permanente esgrima frente al interlocutor, una esgrima sutil en la defensa del yo, el impenetrable yo que esconde el dolor bajo la sonrisa y la angustia, bajo la afirmación, bajo el equívoco `tal vez` y `puede ser`. Nada de estridencias, nada de adjetivaciones. (…) Fue muchacho de tumulto, de aventura noctámbula y episodio callejero, de larga plática de café, que gustó la noche con su ‘gente de la noche’, con calaveras, literatos, milongueras y niños divertidos. Y fue hombre de los días porteños en el trajinar afanoso de ganarse la vida con múltiples oficios…Esa mirada suya sale agresiva y corta como una espada y como una espada defiende porque hace la guardia de esa intimidad prevenida que oculta el tesoro de la ternura que no se dice, y que si embargo, debió ser muy profunda porque comprendió mucho más que la familia y los amigos y se derramó por todos los hijos del país y sus futuros.

Fue un historiador, pero la historia en sus manos fue un instrumento y calando en el pasado, caló en el presente y en el futuro. De espectadores nos hizo actores, enseñándonos cómo ser y porque nos lo enseñó, la política argentina cambió de dimensiones, dejo de ser politiquería para ser política. Partidos políticos, todas las estructuras que pertenecen a la Argentina hija de la superestructura colonial, siguen haciendo politiquería pero la Argentina real –esa que quieren meter a la fuerza en las cáscaras caducas de los partidos y que los revienta a todos, porque sólo para ella paren las madres desde hace veinte años- sabe ya lo que es la política y ya nada puede impedir que tenga cauce, por más cauce que le vayan cegando. Raúl Scalabrini le ha dejado ese legado al país: la conciencia de que la política es cosa concreta, la capacidad de atenerse a cosas ciertas y de unirse para ello. No ha sido el único maestro, pero ha sido el Maestro porque paralelamente a la enseñanza de lo que debemos hacer, nos señaló la técnica de nuestros adversarios: la abstracción ideológica, la diversificación de lo concreto en cuestiones minúsculas y transitorias y la elusión sistemática de los hechos”.

Arturo Jauretche en Santo y Seña, 11-9-1959. Recopilado en el libro de Norberto Galasso “Arturo Jauretche y su época”, Ed. Corregidor, 2003.



"Raúl Scalabrini Ortiz era mi primo en tercer grado: nuestras bisabuelas eran hermanas. Lejos de pertenecer a una familia humilde, como han dicho algunos de esos que nada saben ni de nada se enteran, su familia materna era una de las más ilustres de Entre Ríos. Descienden de los Ortiz del coronel don Francisco de Latorre y Vera y Mujica, jefe militar de la Bajada, que pronto sería el pueblo de Paraná, al comenzar el siglo XIX, y el cual estaba emparentado con los Vera y Aragón, que ya sabemos quiénes eran, y acaso con el fundador de Córdoba, don Jerónimo Luis de Cabrera, descendientes de reyes. Tres hijas tenía don Francisco. Una se casó con don Ciriaco de la Quintana, mi bisabuelo; otra, con Manuel Ortiz, de quienes proceden los Carbó Ortiz, uno de los cuales, Enrique, fue gobernador de Entre Ríos, senador nacional y ministro del presidente de la Plaza, y a quien se le ha levantado un monumento en Paraná; y la tercera, con el coronel Evaristo Carriego, padre del polemista enemigo de Sarmiento y de Urquiza, y bisabuelo del poeta.

Nos conocíamos con Raúl desde los tiempos del periódico “Martín Fierro”. Pero nuestro afecto se ahondó años más tarde, cuando las ideas nacionalistas nos acercaron. Según me lo dijo, un artículo mío le inspiró su libro “El hombre que está solo y espera”, que ha de andar por los cincuenta mil ejemplares y que, harto injustamente, está un poco olvidado.

Tenía talento literario, pero abandonó las letras para dedicar su vida a los intereses de la Patria. Muchos años le llevó el estudio de la historia de nuestros ferrocarriles, y si Perón pudo rescatarlos de los ingleses fue por la obra previa de ese gran patriota que fue Raúl Scalabrini Ortiz.

Bajo de estatura, derecho, de figura fina, era bien parecido y simpático. Sabía decir ironías y bromear. Era modesto, aunque no ignoraba la importancia de su obra. Al triunfar Frondizi pudo ocupar algún alto cargo. Prefirió dirigir una revista.

Conmigo fue muy afectuoso. En 1939, al fundar “Reconquista”, recordésmolo, quiso que yo escribiera una especie de prólogo. El artículo, así, apareció en el primer lugar del diario, con mi firma. Conservo magníficas cartas suyas. En la dedicatoria de uno de sus libros me decía: “…amigo y pariente, cuyas obras son piedras fundamentales del nuevo espíritu argentino”.

Cuando murió, los periódicos independientes lo consideraron como lo que era: un maestro de argentinidad, el primero entre los luchadores por nuestra soberanía. Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de los más grandes argentinos de este tiempo. No obstante, para la mayoría de los diarios fue uno de los tantos".


Manuel Gálvez, Diario Democracia, 30 de mayo de 1962



P: ¿Dónde encontraste al hombre que está solo y espera?
R: En Corrientes y Esmeralda. Vos, yo, aquel, todos estábamos solos y todos esperábamos. Yo ya no estoy solo y me duele comprobar que, en mi situación, ya no tengo nada que esperar.
P: ¿Qué autor argentino recomendarías leer a los jóvenes?
R: ¿A los jóvenes argentinos? José Hernández.
P: ¿Y a los que ya lo hubiesen leído?
R: Releerlo.
P: ¿Qué es lo que nos separa a los hombres?
R: Las palabras.
P: ¿Qué opinás de la delincuencia?
R: Más delito que el delito mismo es la publicidad morbosa del delito.
P: ¿Qué opinás de la popularidad?
R: Es como el agua salada, cuanto más se bebe más sed da.
P: Si volvieras a la vida, ¿qué oficio elegirías?
R: El de hombre.

César Tiempo, Diario Clarín, fragmento de un artículo que incluye esta nota con "respuestas póstumas" de Scalabrini, 1º de abril de 1976


Con la inspiración de esta nota imaginaria de César Tiempo, tomamos brío e hicimos la nuestra (sus respuestas son textuales, todas del libro El hombre que está solo y espera):

P: La figura más admirable de la historia argentina.
R: San Martín, el más grande, en donde la índole argentina es más neta. Fue débil para consigo mismo —era opiómano— pero en la tutela del espíritu de su tierra hizo proezas sin parangón en la historia universal. Era humano para juzgar y benigno con los demás hombres. Nunca tuvo ambición personal. Era sencillo y casi humilde. Renunció a la gloria en plena gloria.
P: ¿Y el filósofo?
R: ¡Macedonio, preséntese!
P: ¿Qué piensa de las teorías que contienen los libros que nos llegan de Europa?
R: Nada de dogmas ni de teorías importadas. ¿Qué es eso de librecambio o de proteccionismo? ¿Se piensa sacrificar la posible solución de un problema a una palabra?
P: ¿Y del cristianismo?
R: Es curioso. El cristianismo que fue religión de pobres y de sencillez ha terminado en religión de ricos, suntuosa y ornamental.
P: Diga lo primero que se le venga a la mente sobre un norteamericano.
R: Un ser rudimentario y despreciable; un troglodita que anda en aeroplano…
P: Ahora sobre nosotros, los argentinos.
R: Somos apáticos o apasionados.
P: ¿Cuál sería la forma de ganar dinero y ser respetado?
R: El dinero es respetado en sí mismo, pero no sus tenedores. “Hijo de bolichero” “Hijo de ferretero”. A nadie se le ocurre menoscabar a un tipo diciéndole: “Hijo de chacarero” o “Hijo de ganadero”. El único dinero aristocrático es el agropecuario.
P: ¿Qué es la Historia para un porteño?
R: Las fechas históricas fueron escritas con tiza en la memoria del hombre porteño, y al primer sacudón se borraron. Él solamente conserva los recuerdos de sus emociones.
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Scalabrini nos parece un ser rescatable desde varios puntos de vista: humano, literario, político e identitario, pero siempre teniendo en cuenta esa totalidad. La presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner declaró el año 2009 como “Año Homenaje a Scalabrini Ortiz”, nos parece una excelente idea, que también debería ser acompañada por un esfuerzo para que en las librerías y bibliotecas se consigan sus libros y biografías, además de “El hombre que está solo y espera”. Al respecto, la Fundación Ross de Rosario comenzó a editar sus obras completas, de las que ya salió el primer tomo.


Usamos de la web:
En la Biblioteca Sarmiento:
-Revista BePé Nº 8, abril 2009, CONABIP.
-Revista "Caras y Caretas" Nº 2.233, abril 2009.
-Revista del Instituto de investigaciones históricas Juan Manuel de Rosas, Número extraordinario en homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz (con más de veinte artículos de investigación), Enero- marzo 1998.
-"Jauretche y su época (de Yrigoyen a Perón. 1901-1955)", Norberto Galasso, Ed. Corregidor 2003.
-"Raúl Scalabrini Ortiz y la penetración inglesa", Norberto Galasso, CEAL, 1984.
-"Historia de los ferrocarriles argentinos", Raúl Scalabrini Ortiz, (con apéndice de la Ley Mitre), Editorial Plus Ultra, 1975.
-"El hombre que está solo y espera", Raúl Scalabrini Ortiz, Librerías Anaconda, 1932, (imagen de arriba con retrato de Scalabrini por José Sebastian Tallon). Edición digital similar: aquí

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